lunes, 31 de octubre de 2011

EL RÉGIMEN DE ARABIA SAUDÍ


En los mismos días en que Túnez celebraba las primeras elecciones democráticas en la historia de los países árabes y los rebeldes libios culminaban su victoria sobre Gadafi, incluidos su linchamiento y ejecución sumaria, acaba de producirse un relevo de significado político mayor en otro país árabe, Arabia Saudí. En este caso no es producto de movimiento popular alguno, sino crudo resultado de la acción de la biología sobre una casta real gerontocrática y enferma. El viejo rey Abdalá, nacido en 1923, ha visto morir a su sucesor, el príncipe heredero Sultán (1924), y ha nombrado al príncipe Nayef (1933) como nuevo heredero.
Arabia Saudí acumula una cuarta parte del PIB del conjunto del mundo árabe, tiene el poder y la legitimidad que le dan los santos lugares del Islam, de los que su rey es el Guardián Oficial, y ha demostrado durante la primavera árabe que es una superpotencia regional con energía y estrategias propias, hasta el punto de que se ha hecho cargo, mediante la invasión e intervención armada en Bahrein, de que la revuelta no se extienda en el entorno de su territorio.

Su pacto con Washington, por el que ha venido suministrando petróleo a cambio de seguridad durante 60 años, se halla prácticamente roto. A Estados Unidos no le interesa depender del petróleo saudí ni que dependan sus aliados, y los saudíes confían cada vez menos en los estadounidenses, tanto en el flanco exterior, frente al Irán nuclear y al Israel de los asentamientos, como en el interno, donde Washington se pone al lado de los revoltosos y de la democracia en vez de la estabilidad y los autócratas como había hecho en el pasado.
El relevo plantea, en cualquier caso, la cuestión esencial de la estabilidad monárquica en unos regímenes que ni siquiera tienen la pauta de la sucesión reglada. En 2006, el actual rey quiso introducir la apariencia de un poco de orden y probablemente evitar que Sultán nombrara libremente a su heredero, y creó para ello un Consejo de la Lealtad para asesorar al monarca en ejercicio en este nombramiento. A pesar de todo, sigue siendo un misterio la organización del poder de la casa de Saud, estructurada como un predio familiar en el que no debe entrometerse nadie.
Los miembros de este Consejo de la Lealtad son, en su mayoría, viejos como cardenales. Pero, a diferencia de los príncipes romanos, los saudíes son prolíficos como conejos, siguiendo el buen ejemplo del fundador del reino y padre de casi todos ellos Abdelaziz ibn Saud. Mientras en China en 2012 va a llegar al poder la quinta generación después de Mao, pautada rigurosamente por la edad biológica, en Arabia Saudí están todavía en la primera, puesto que todos los reyes y príncipes herederos hasta ahora han sido hijos del fundador del reino Abdulaziz bin Saud.
Claro que Saud tuvo 22 mujeres legales de las que se conocen 37 hijos varones reconocidos engendrados en una horquilla de 50 años, sin que cuenten para nada ni las hijas ni las concubinas y los hijos fuera de matrimonio engendrados con ellas. Nadie se ha atrevido, en todo caso, a la maniobra modernista que significaría nombrar heredero a un nieto de Saud de media edad en vez de otro anciano achacoso y rodeado de hijos ansiosos que esperan su encumbramiento.
Los misterios e intrigas del Kremlin soviético y del Zongnanhai posmaoísta quedan cortos al lado del Palacio Real saudí, donde el hermetismo y el secreto son inigualables, el poder es como el de las monarquías absolutas europeas y el rigorismo religioso extremo, aunque naturalmente con la debidas exenciones para la vida privada de los príncipes multimillonarios, que pueden escapar fácilmente de las imposiciones y extravagancias del wahabismo oficial en sus mansiones privadas o en el extranjero.
Una de las claves del éxito saudí en su ejercicio del poder sin control alguno es la incapacidad de los medios de comunicación para penetrar en el oscuro laberinto de la familia reinante, algo en lo que ha sido decisiva la complicidad occidental, pero que inevitablemente obligará cada vez más a intentar romper el muro de incomunicación con que este país se mantiene a resguardo de los efectos de la globalización. Y el primer paso es que cunda el interés y que empiecen a proliferar los saudiólogos, especialistas en desenmarañar estos ovillos de poder como sucedía durante la guerra fría con las intrigas y las sucesiones dentro del aparato del Partido Comunista soviético.

domingo, 30 de octubre de 2011

EL FUTURO DE EUROPA


La amenaza es de destrucción, declinada en todas sus variantes. Y a cámara lenta, por cierto: a la crisis de nunca acabar se suma la lentitud exasperante con que se van trenzando los debates y desgranando las decisiones. Empezó con “Si cae el euro, cae Europa” y ahora estamos incluso en “Si cae el euro cae Alemania”. En el último episodio los conservadores británicos han llegado a tomárselo en serio: ¡Qué caiga! El euro, Europa, todo junto.
La realidad, en cambio, lleva desmintiendo tales amenazas. Todo va virando al sepia años treinta, cuando aquella Gran Crisis que terminó tan mal, pero ya se ve que el euro aguanta. No aguantan los Estados de bienestar. No aguanta el empleo. Ni las empresas. Menos aún la paciencia de los sufridos ciudadanos, que se indignan por un lado y votan a la oposición por el otro. Pero el euro y la Unión Europa sí aguantan.

No hay destrucción, sino cambio. Cuando termine, todo será distinto. Y no solo serán distintos el euro y la Unión Europea, sino todos sus socios, las relaciones de poder entre ellos y la influencia y papel de los europeos en el mundo. Hace algo más de un año había dudas sobre si el FMI debía acudir al rescate de Grecia o era tarea exclusiva de los europeos. Ahora ya se trata de pedir a China que haga su aportación a la financiación de los rescates. Entonces todavía se hablaba de un directorio de los países más ricos que marcaba el paso a los periféricos, pero al poco quedó reducido a dos, Sarkozy y Merkel, y ahora a uno solo, la canciller, que discute y vota en su parlamento por la mañana lo que obligará a aceptar a los 17 socios del euro por la tarde.
Las instituciones europeas han quedado profundamente modificadas por toda esta tormenta. Desde que entró en vigor el Tratado de Lisboa, a finales de 2009, hasta ahora, han crecido más las estructuras de gobierno del euro que en sus diez años anteriores: Autoridad Bancaria Europea, presidencia de la Cumbre del euro, Junta Europea de Riesgo Sistémico… Las recién creadas —presidente del Consejo Europeo, alto representante de Política exterior—, y las que ya había —la Comisión—, no han terminado de encontrar su papel. Y no sabemos en qué terminará y cómo se gobernará el invento: si habrá algo parecido a un Tesoro o a un alto representante del Euro.
También están cambiando los países. La crisis coloca a cada uno en su sitio. El peso del tribunal constitucional, parlamento y cancillería alemanes supera al de sus homólogos de cualquier otro país, incluidos sus correspondientes de la UE, que apenas tienen vela en este entierro. La presidencia francesa, excepcional en sus poderes inventados por De Gaulle, puede morir en el intento. La del Consejo de Ministros italiana ya lo ha hecho. Con el resto, España incluida, no hay problema: a obedecer y callar. Cuando termine todo, habrá que hablar de nuevo de democracia.

viernes, 28 de octubre de 2011

REVOLUCIONES ÁRABES : "EL ISLAM NO ES NINGUNA SOLUCIÓN"



Túnez señala la dirección. Las mayorías parlamentarias en los países árabes donde se celebren elecciones democráticas en buenas condiciones se articularán alrededor de partidos islamistas, todos ellos en una u otra forma ramas nacionales o derivaciones de los Hermanos Musulmanes, la veterana organización egipcia fundado en 1928 por Hassan el Bana. Es lo que sucederá en Egipto, que las celebra el 28 de noviembre, y en Libia, que quiere celebrarlas en ocho meses; también en países donde no ha habido cambio, pero sí puede haber transición, como Marruecos, que las celebra el 25 de noviembre.
Occidente no aceptó la realidad del islamismo político en 1991, entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones generales en Argelia que iban a dar la victoria y el poder al Frente Islámico de Salvación (FIS). Los militares, con el beneplácito de todas las capitales occidentales, interrumpieron la transición, iniciada en 1989 con una reforma constitucional y la desaparición del monopolio del partido único, el Frente de Liberación Nacional. Suspendieron las elecciones, disolvieron el parlamento, obligaron a dimitir al presidente Chadli Benjedid, prohibieron el FIS e implantaron el Estado de emergencia, que ha durado hasta 2011. El terrorismo y la represión indiscriminada viraron pronto en una guerra civil que se cobró 200.000 vidas.
Veinte años desde el primer intento no pasan en vano. Durante estos años perdidos ha aparecido una alternativa más extremista y peligrosa como es el proyecto terrorista de Al Qaeda. La tentación violenta ha quedado mayoritariamente desacreditada, aunque todavía recoja adhesiones en lugares como la franja de Gaza. Los partidos islamistas han sufrido bajo las dictaduras, pero también han tenido ocasión de reflexionar sobre sus errores y la evolución de un mundo en cambio, en el que los beneficios de la globalización se desplazan hacia los países emergentes. Y, sobre todo, han estallado las revueltas de la dignidad de punta a punta del mapa árabe.
Durante estos años, el islamismo ha sido la principal fuerza de oposición a las dictaduras. Una parte de su éxito actual viene de la prohibición y la clandestinidad y está ganado en los cadalsos, comisarías y cárceles, como sucedió con el comunismo en países como España. En muchos casos ha actuado como una red social que proporciona a las capas más desfavorecidas la sensación de que alguien se hace cargo de los ciudadanos ante un Estado dictatorial y corrupto. Y cuenta con la fuerza y la popularidad de las mezquitas, es decir, del conservadurismo reigioso y de la tradición.
El islamismo no ha hecho estas revoluciones, pero será su principal beneficiario. Los jóvenes, que se lanzaron a las calles de las ciudades árabes desde el Atlántico hasta el golfo Pérsico a partir de enero pasado, poco tenían que ver con las hermandades musulmanas organizadas para restaurar la pureza de la sociedad islámica frente a la corrupción de los dictadores y de la modernidad occidental. En la plaza Tahrir de El Cairo apenas asomaron las barbas los primeros días, pero pronto se presentaron los disciplinados militantes para organizar el rezo de los viernes y segregar a las mujeres. El impulso fue cosmopolita, laico y modernizador, pero la capitalización identitaria, religiosa y tradicionalista.
Todo esto inquieta a los árabes más laicos, que temen por el tipo de Estado y de democracia que se va a construir. Una democracia adjetivada como islámica puede reducir el campo de juego y de la pluralidad o sencillamente contar como una opción más, la mayoritaria, dentro de la pluralidad; al igual que las democracias cristianas dentro de los Estados aconfesionales europeos. Si de los viejos partidos comunistas han salido formaciones reformistas y socialdemócratas, perfectamente acomodadas a las reglas de juego y preparadas para gobernar, nada impide que los Hermanos Musulmanes terminen constituyendo la base de esa democracia islámica.
Los temores no son gratuitos y tienen una base palpable: la segregación de sexos; la limitación de los derechos de la mujer; la ocupación religiosa del espacio público; o la presión sobre los ciudadanos de otras creencias, que en Egipto tiene visos de persecución. La democracia no puede ser un mero trámite en las urnas que abra las puertas a la sharía. Significa instituciones y equilibrios entre poderes públicos, derechos y deberes de los ciudadanos, igualdad ante la ley. Este es el reto del islamismo. Y no hay una sola sharía. Como no hay un solo islam. Incluso en el islam político y conservador hay al menos una bifurcación, con un camino autoritario que lleva hacia Arabia Saudí y otro democrático que conduce a Turquía.
El islam es la solución, reza el eslogan más conocido de los Hermanos Musulmanes. No es verdad. El islam es, como más, el camino obligado e inevitable en esta transición. Como recuerda una y otra vez el escritor egipcio Alaa al Aswany en sus artículos, antes y después de la caída de Mubarak, la solución es la democracia.

lunes, 24 de octubre de 2011

REVOLUCIONES ÁRABES - (MEDIO ORIENTE)" UNA HISTORIA SIN PARTERAS"


La partera todavía anda muy atareada en estos tiempos. Recuerden al viejo Marx: “La violencia es la partera de toda sociedad vieja preñada de una sociedad nueva”. En Europa se le acabó la tarea, al menos hasta los glacis de Rusia. Debió acabar mucho antes. Por ejemplo, a partir de 1989, cuando cayó el Muro de Berlín y regresó la libertad para los países atornillados por Moscú al extinguido pacto de Varsovia. No pudo ser: prendió en los Balcanes primero, rebrotó en el Caúcaso y todavía mantiene algunos rescoldos en Ucrania, Bielorusia y Moldavia.
Lo mismo sucedió en España. Pudo y debió ser en 1978, cuando los españoles se dotaron de su regla de juego. Y hubo luego más oportunidades: al terminar la guerra fría, con la paz en el Ulster, ante la polarización de un megaterrorismo demoledor y sin límites... Nada convenció a la vieja matrona ensangrentada, empeñada en permanecer en el que fue el más violento continente de la historia y ahora se ha convertido en todo lo contrario.
Una historia que por nada del mundo quiere transcurrir con partos de dolor y de muerte, eso es Europa. El relato de la libertad que excluye a quienes saben tomar ventaja de la violencia. Por eso el mismo día en que se retira avergonzada de la península ibérica, encapuchada y arrogante en su derrota, muestra en Sirte su ferocidad magistral. A esa vieja sanguinaria e injusta le complace de vez en cuando dar a cada uno su merecido, en proporción a la crueldad de su resistencia al cambio. A Ben Ali, que aguantó poco, el exilio. A Mubarak, que se resistió hasta el último día a tirar la toalla, la cárcel. A Gadafi, que redobló sus instintos asesinos para acallar las protestas, la guerra civil, la derrota y la muerte.

Mucho les costará a los árabes expulsarla de su territorio. Aunque sus servicios sean indeseables, fácilmente se cuela en las casas y se instala con su guadaña entre la gente. Ahora gracias a los móviles y a las redes sociales, nos llegan en tiempo real las imágenes repugnantes de su siega sangrienta. Ya sucedió en 1989, con la filmación del juicio irregular y fusilamiento del matrimonio Ceaucescu en Bucarest; como ahora desde Sirte con esas imágenes captadas por los móviles del apresamiento, vapuleo y tiro en la sien al tirano. La nueva Libia nace con ese tiro descerrajado a Gadafi, prisionero y herido, ante las cámaras. Como muere un perro. O una rata. Los animales que le gustaba evocar al dictador para despreciar a sus enemigos. Este nuevo mundo sigue alumbrándose en la sangre y el dolor. Como siempre. Un punto de partida difícil para que los libios se den libremente una regla de juego que a todos les pacifique e incluya. Y un mal presagio para las transiciones tranquilas. Los árabes, como los europeos, merecen también una historia sin parteras.

martes, 18 de octubre de 2011

EL FIN DE ETA : "ESPAÑA-LA PAZ Y SUS FACTURAS"


ETA va a desaparecer. No parece haber discusión alguna sobre esto. Y la razón fundamental es porque ha sido derrotada. El ritmo de reproducción de sus comandos, es decir, el ciclo de adoctrinamiento, reclutamiento y entrenamiento, hace ya tiempo que era mucho más lento que el ritmo de desarticulación policial. Mérito de las distintas policías ocupadas del asunto y de los ministros del Interior. Pero no es la única razón para la extinción de ETA: las hay y muy poderosas de orden internacional.
Desde hace años es el último vestigio de una vieja y desgraciada época, la guerra fría en cierta forma, en que una gran parte de la sociedad consideraba aceptable la acción política a través del asesinato. Que nadie se haga ahora el despistado como si no fuera con ellos. Esa idea ha sido también derrotada, al menos en Europa; algo menos en otras latitudes, a pesar de que la globalización hace una muy buena contribución a la universalización de los derechos humanos. Esa es la gran derrota de ETA: sus seguidores han comprobado en la práctica que hoy ya no es posible en Europa obtener ventajas políticas con la amenaza o el uso de la violencia.
Tres derrotas en una entonces: una derrota militar de su estructura armada, una derrota política de una organización que ha usado la violencia para financiarse, hacer propaganda u obtener ventajas incluso electorales y una derrota moral de quienes, militantes, seguidores o votantes, menosprecian la vida humana y sitúan sus ideas o quimeras políticas por encima de la convivencia y del respeto a sus vecinos. Sin contar con las sucesivas derrotas jurídicas de sus brazos políticos, que llegan hasta el tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.
Los nacionalistas quieren evitar que la derrota de ETA se convierta también en una derrota del nacionalismo y llevan razón, aunque el riesgo es evidente. Véase el caso del nacionalismo alemán, descalificado hasta nuestros días gracias a su total sumisión a un proyecto genocida. Está claro que el sector más afectado e infectado por ETA es el nacionalismo radical, que lo es en sus ideas independentistas pero sobre todo en su inhibición moral a la hora de escoger esos métodos execrables o de sacar provecho de los atentados como si nada tuvieran que ver con ellos. Pero ni siquiera el radicalismo independentista merece ser contagiado por la derrota de ETA. Al contrario: la derrota de la violencia política debiera servir para legitimar el combate independentista democrático y pacífico.
Las dos horas de conferencia de paz organizada ayer en San Sebastián merecen un análisis detallado. Y la correspondiente crítica, claro que sí. Lo que no merecen es esa artillería de epítetos e insultos utilizados por la derecha española, tan cómoda en su radicalismo verbal, que termina metiendo en el mismo saco a ETA, a los nacionalistas, a los socialistas vascos por asistir, al gobierno de Zapatero por callar y a Kofi Annan, Gro Harlem Brutland, Jerry Adams, Berti Ahern y Pierre Joxe por ofrecerse a encabezarla.
Es muy plausible que la conferencia sea un ejercicio vacío. Útil solo para adornar la rendición de ETA como si fuera el resultado de una paz acordada. Todos sabemos que no es así. Los abertzales quieren vestir la derrota y convertir la humillación del final en la victoria de un nuevo comienzo, que además les dé réditos electorales. Han pasado de buscar paz por presos, o paz por paz a falta de otra cosa, a contentarse con paz por elecciones. Si les siguen poniendo las cosas a huevo, es posible incluso que consigan sacar rendimientos extra entre unos electores más que hartos de ETA y sometidos en alguna medida al síndrome de Estocolmo.
Hay algo muy positivo en la declaración de la conferencia, que no es posible tergiversar: “Llamamos a ETA a hacer una declaración pública de cese definitivo de la actividad armada”. Todo lo que sigue a esta frase contundente y clara pertenece al reino de los matices y las ambigüedades más o menos calculadas. No pide un diálogo entre ETA y los gobiernos de España y Francia, sino que ETA lo solicite. Dejen las armas y pidan dialogar a los dos gobiernos es lo que dice el primer punto, y una vez hecho esto, estas personalidades internacionales ‘instan’ a los gobiernos a dar la bienvenida a la declaración e iniciar las conversaciones. Nada dicen de cómo debe hacerse esto, ni de qué tipo de conversaciones deben organizarse.
No hay distinción entre víctimas y victimarios en el tercer punto de la declaración, es cierto. Se habla de “todas las víctimas”, pero se hace en términos tan generales y respetuosos que se hace difícil convertir este punto en una vejación como algunos pretenden. Han hecho muy bien los familiares de víctimas agrupados en una de las asociaciones en entregar una detallada y excelente documentación sobre las más de 800 personas asesinadas. No hay simetría posible entre víctimas y verdugos, pero no estamos ante una rendición de ETA sino ante un intento de reintegración en la sociedad vasca de un amplio sector abertzale que no sabía hacer política sin utilizar la violencia.
Los dos puntos siguientes han suscitado todavía más reticencias. Los intermediarios aluden a su experiencia en la resolución de conflictos, y a partir de eso sugieren y apuntan iniciativas que puedan ser útiles para avanzar, es decir, para que ETA deje definitivamente las armas. Sugieren, por ejemplo, “que los actores no violentos y representantes políticos se reúnan y discutan cuestiones políticas”. Lo mismo dicen de las ayuda que puede proporcionar una eventual “consulta ciudadana”. También insinúan que unos intermediarios, ellos mismos, pueden echar una mano en la ayuda al diálogo y en el seguimiento del proceso.
Todo esto, obviamente, es discutible. ¿Por qué no esperamos a discutirlo después de que ETA haya hecho caso al primer punto? ¿Qué nos lleva a pelearnos por las sugerencias e insinuaciones si todos sabemos que tienen como objetivo convencer a ETA de que deje de una vez las armas? Sería un mal negocio que nuestras sutiles razones democráticas impidieran o retrasaran el abandono definitivo de la violencia.

ETA quiere salvar la cara, al menos ante sus propios partidarios o sus hipotéticos electores. Si el precio que hay que pagar para que salve la cara es esta declaración hay que decir que ETA pide calderilla, aunque algunos consideran cualquier precio, por pequeño que sea, como una fortuna inadmisible.

lunes, 17 de octubre de 2011

ELECCIONES EN FRANCIA : "UNA DEMOCRACIA QUE RESPIRE"

Hay que mirar con atención lo que está sucediendo en Francia. No tan solo por la corrosión de la presidencia de la República como efecto del carácter impetuoso y ególatra de su actual titular, Nicolas Sarkozy, sino ante todo por una revolución tranquila que ya se ha producido en el interior del Partido Socialista, cuyos efectos pueden modificar el paisaje partidista e incluso algunos elementos definitorios de la V República. Aún cabe que estos efectos vayan más lejos, pues a fin de cuentas el molde político del socialismo francés ha sido adoptado en muchos aspectos por partidos de otros países europeos.
El PS francés era hasta hace pocos días un partido de electos locales, provinciales y nacionales, fuertemente organizado en tendencias y con un cierto maltusianismo en la adhesión de nuevos militantes. ¿Les suena? Según Alain Bergounioux y Gérard Grunberg, dos historiadores del PS, lo más específico del socialismo francés es su dificultad para reconocerse como partido de gobierno. En su ADN originario, dicen, están la revolución y el socialismo. Gobierna como si estuviera a disgusto y parece sentirse aliviado cuando está en la oposición. Esto explica que desde la fundación de la actual República, en 1958, sólo un presidente de los seis que ha habido, François Mitterrand, haya sido del PS.

Esto se acabó. Las primarias socialistas abiertas a todos, le 'peuple de gauche', han terminado con esta historia de un partido agobiado por el peso de su ideología y encerrado en sus viejas estructuras de matriz decimonónica. La decisión es de alto riesgo. No es seguro que al final del camino esté realmente el palacio del Elíseo. Ni la derecha francesa ni Sarkozy van a caer sin combate. A pesar de sus errores, esta República es suya en su origen y en la mayor parte de su gestión, por lo que harán mangas y capirotes para retener la presidencia.
De momento, los socialistas franceses han hecho dos cosas. Con la campaña de primarias y las dos vueltas electorales han ocupado largamente el espacio público y mediático y movilizado a casi tres millones de ciudadanos, para desesperación de Sarkozy. Pero han hecho algo más crucial todavía, como es recuperar el gusto por la política, el sentido de la participación y del debate, el valor de las ideas, justo en una época de desafección y de crisis. No puede descartarse, sin embargo, que el balance final sea doloroso y que se queden sin Elíseo y con el socialismo todavía más maltrecho.
De momento, el socialismo hasta ahora más arcaico de toda Europa ha demostrado que sabe modernizarse y abrirse, arriesgar y exhibir a dos finalistas perfectamente preparados para presidir la República: levemente más centrista, François Hollande, y levemente más izquierdista, Martine Aubry. A esta última pertenece la idea de conseguir “una democracia que respire”. Que cunda el ejemplo. Allí y aquí.

jueves, 13 de octubre de 2011

HAMAS E ISRAEL : "LA PAZ PARA LOS HALCONES"


Quiere el tópico que los más duros entre quienes se combaten sean los que deban hacer las paces. Algunos ejemplos históricos así lo demuestran, aunque el más socorrido es el de la paz ofrecida en 1958 a los combatientes independentistas argelinos por el general De Gaulle y así calificada: la paix des braves.
En esta ocasión los más duros no han hecho ni quieren hacer la paz. Pero han negociado entre ellos y han cerrado un acuerdo de intercambio de prisioneros, mil por uno, que es todo un gesto de pacificación, el primero después de mucho tiempo de bloqueo en las relaciones entre israelíes y palestinos y la primera buena noticia en muchos años que aportan al alimón las dos partes del conflicto.
Hamás quiere la destrucción de Israel. Netanyahu sólo de boquilla admite que pueda existir un Estado palestino. El movimiento que gobierna Gaza ni siquiera apoya a Abbas en su petición del reconocimiento de Palestina por Naciones Unidas. El Gobierno que encabeza Netanyahu considera que el acuerdo de unidad entre Hamás y Fatah es un obstáculo insalvable para la paz. Hamás y Netanyahu, que se rechazan mutuamente como interlocutores en una negociación política, siempre han accedido en cambio a negociar en secreto para intercambiar prisioneros.
Hay una diferencia esencial entre la Autoridad Palestina y Hamás, que conduce a que sea el movimiento islamista el único que puede jugar en esta cancha. La entidad que preside Abbas no combate contra Israel, al contrario: colabora con su Gobierno aunque quiera vencer política y pacíficamente mediante la negociación.
Hamás en cambio es un movimiento calificado de terrorista por la UE y por Estados Unidos, que secuestró a este jovencísimo soldado y lo ha mantenido escondido durante cinco años como si fuera un tesoro. Y lo es. De guerra.Para utilizarlo como arma negociadora, por tanto.
Hamás estaba en horas muy bajas. Con su principal protector, Bachar el Asad, reprimiendo las revueltas de su población y atacando incluso a los refugiados palestinos. Con su enemigo Abbas convertido en el padre de la nación, después de recuperar la iniciativa con su demanda de reconocimiento internacional.
También Netanyahu se encontraba en un momento difícil. La arquitectura diplomática construida desde la fundación de Israel se ha ido desplomando durante su mandato. Las relaciones con Turquía, Jordania y Egipto se han deteriorado. Al igual que la imagen internacional de su país.
La simetría es prodigiosa, incluso en las reacciones, y ayuda a comprender la jugada inesperada de un acuerdo alcanzado en unas pocas jornadas de negociación. Palestinos e israelíes han acogido con idéntica alegría el anuncio de la liberación de los mil presos y del soldado secuestrado. En ambos lados se han escuchado y escrito idénticos argumentos de orgullo y afirmación colectiva.Para el dirigente de Hamás, Jaled Meshal, es “una victoria nacional de la que debemos estar orgullosos”. Para Benjamín Netanyahu, una demostración de que “Israel es una nación excepcional”.
Si tantos y tan claros eran los beneficios para ambas partes, cabe preguntarse por qué se ha tardado tantos años en forjar el acuerdo. Una parte de la respuesta la encontramos en las explicaciones del primer ministro israelí, que ha calificado el momento actual de una ventana de oportunidad que podía cerrarse inmediatamente.
Apenas hay violencia entre israelíes y palestinos, a pesar del grave rebrote de agosto, cuando guerrilleros de Gaza atacaron autobuses civiles israelíes en el Sinaí: entonces no prendió, pero el callejón sin salida alcanzado en el proceso de paz podría conducir muy pronto a esa tercera Intifada tan temida.
Las próximas elecciones egipcias, el 28 de noviembre, abrirán una nueva etapa en la que el Estado Mayor militar y los servicios secretos, que juegan un papel crucial en las relaciones con Israel, pueden verse obligados a responder ante un Parlamento y un Gobierno reticentes a una cooperación tan estrecha con los israelíes.
La ventana también es interior para Netanyahu, un primer ministro que no ha empezado ninguna guerra, no ha firmado ni quiere firmar por el momento la paz, pero se empeñó desde el primer día en que entró en su despacho de gobernante en devolver a Gilad Shalit a su familia.
Una sexta parte de los presos palestinos saldrán de las 22 prisiones israelíes. Quedan todavía 5.000, incluidos los líderes palestinos más destacados, moneda útil para una posterior negociación. Hamás, en cambio, ya no tiene tesoro para negociar.

Si la paz sigue estando muy lejos, demasiado lejos, hoy está un poco más cerca. Netanyahu podría irse a casa satisfecho del deber cumplido. Ha obtenido un respiro. Ha comprado tiempo. Sin ceder una colonia. Y quiere ganar las siguientes elecciones.

miércoles, 12 de octubre de 2011

EGIPTO : "LAS TRES PRUEBAS DE UNA REVOLUCIÓN"



Tres son los requisitos que debe cumplir un cambio como este. Debe abrir las puertas a la libertad de los ciudadanos. Todos los ciudadanos deben acceder a la igualdad ante la ley. Difícilmente se puede hacer sin un sentido de respeto y de fraternidad mutua que vincula a unos ciudadanos con otros.
No hay libertad más difícil y sensible que la de expresión. La prueba de que el cambio ha alcanzado sus objetivos es que todos puedan expresar sus opiniones libremente y que nadie utilice excusas ideológicas o religiosas para exigir el regreso de la censura.
La igualdad ante la ley afecta ante todo a los poderosos, que siempre consiguen ser más iguales que otros. Pero la piedra de toque la proporcionan las mujeres. Allí donde han conseguido la igualdad después de que se abrieran las puertas a la libertad, cabe pensar que el cambio prometido ya se ha alcanzado.
La fraternidad entre ciudadanos libres e iguales se basa en el respeto a lo que son y lo que piensan unos y otros, lo que sienten y lo que creen otros y unos. La mayor prueba de fraternidad la proporcionan cuando los creyentes de una religión están dispuestos a defender y sacrificarse por los creyentes de otra que son atacados en sus derechos o en sus vidas.
Donde haya medios de comunicación libres, mujeres en pie de igualdad con los hombres y creyentes e increyentes respetuosos y fraternales unos con otros, se habrá alcanzado el ideal de la ciudadanía por el que tantos combaten.
Los jóvenes de la plaza de Tahrir y de la avenida Habib Bourguiba querían la libertad, la igualdad y la fraternidad. Son las tres pruebas de la revolución árabe, ahora bajo amenaza. No las podrá pasar un régimen que no asegure previamente la división de poderes, la primacía del poder civil sobre el militar y la plena separación entre los poderes religiosos y los poderes del Estado.

lunes, 10 de octubre de 2011

REVOLUCIONES ÁRABES : "EL CASINO DE LAS TRANSICIONES"



Las transiciones a la democracia requieren pesadas inversiones. Los partidos no se crean o refundan de la noche a la mañana. Tampoco los futuros cuadros políticos. La preparación de las reformas y de las elecciones, con sus correspondientes campañas, tienen altos costes. Todo esto requiere muchas inversiones, una gran perspicacia en las apuestas y también un buen nivel de control público y de transparencia, si se desea evitar la corrupción y asegurar unos sólidos cimientos de estos futuros sistemas políticos.
En la financiación de las transiciones se juega en parte la orientación geoestratégica de los países en proceso de cambio. Los países excomunistas recibieron una copiosa financiación de fundaciones, partidos y 'think tanks' americanos. En la transición española destacó notablemente la financiación de los dos grandes partidos alemanes. Y ahora, con las transiciones de los países árabes, se abre un auténtico casino político en el que van a apostar y competir fuerzas, partidos y países en muchos casos rivales e, incluso, enemigos a muerte.
Las apuestas no van a esperar a las citas electorales, sino que funcionan desde el primer momento en la actitud de los medios de comunicación, en la ayuda a los organizadores de las revueltas y a los partidos ya constituidos, e incluso en la participación en operaciones militares en apoyo de los rebeldes, como es el caso de Libia.
Casi todos los países con vocación de potencia regional, como Turquía, Arabia Saudí o Irán, participan en la enorme ronda de apuestas que han abierto las revoluciones árabes. Pero hay también países pequeños que juegan con bazas y desenvoltura de potencias, como es el caso de Qatar. La televisión catarí Al Yazira basta para definir el enorme radio de acción y la influencia del emirato en esta crisis.
La cadena panárabe ha tenido tanta o mayor influencia que las redes sociales en la organización de las protestas en Túnez y Egipto, pero con su canal en inglés ha obtenido credibilidad incluso en Estados Unidos. Pero Qatar, además, ha desempeñado un papel primordial en Libia, con la participación de su aviación en el dispositivo de la OTAN, duplicada militarmente por la ayuda, entrenamiento y quizás la intervención directa de sus fuerzas especiales.
Puede que también pujen europeos o americanos en esta mesa de juego sobre el futuro, pero esta no es su ruleta. Lo que en buena parte se dilucida en esta partida es cómo serán estas sociedades que quieren ser a la vez democráticas e islámicas. Dos de los tres modelos que compiten, el iraní y el saudí, son abiertamente autoritarios, y solo el turco permanece abierto, a pesar de todas las dudas que suscite. Pero el mejor y más democrático de los modelos será el que sean capaces de construir los ciudadanos de cada país despegándose de las inversiones e intereses exteriores.

jueves, 6 de octubre de 2011

RÉGIMEN DE SIRIA : 2EL DOBLE E INFAME VETO"



La superpotencia derrotada de la Guerra Fría y la superpotencia ascendente del siglo XXI han trazado una raya en la arena. Hasta aquí hemos llegado. El momento es dramático. Moscú y Pequín sacan pecho justo cuando Washington y Bruselas demuestran mayores dificultades para gobernarse, gobernar el mundo y rescatar a las economías occidentales del pozo. Es una demostración de la debilidad de unos y de la pujanza de los otros, un momento del desplazamiento de poder en el mundo, del que las revueltas árabes son el último y más espectacular avatar. Detrás de las superpotencias clásicas también sacan pecho las aspirantes, los emergentes: Brasil, India y Suráfrica. A costa de los sirios, que sufren lo indecible bajo la bota de un régimen criminal: 2.700 ciudadanos fallecidos en los seis meses de revuelta, millares de heridos, detenidos y torturados, decenas de miles de refugiados en Turquía, Líbano y Jordania.
La discusión y el debate en el Consejo de Seguridad sobre Siria ha sido la segunda vuelta, con resultado adverso, de las resoluciones sobre Libia, que permitieron la intervención área de la OTAN y el derrocamiento de Gadafi. Rusos y chinos han rechazado una aguada resolución largamente negociada por los europeos contra el régimen de Bachar el Asad, en la que ni siquiera se hablaba de sanciones y todo se limitaba a advertencias, reproches y buenos deseos.
Los argumentos de los rusos, que como es habitual son los que han llevado la voz cantante, son terribles y devastadores para los revolucionarios árabes que quieren deshacerse de los autócratas: simetría entre régimen y oposición, a la que también se responsabiliza de la violencia; exclusión abierta de cualquier intervención internacional; rechazo ya no a cualquier régimen de sanciones sino a las meras presiones; y reconducción de la acción internacional a las arcangélicas recomendaciones de diálogo y de reformas.
No hay hipocresía alguna, al contrario. En todo caso, cinismo. Es una exhibición de fuerza y una advertencia. La responsabilidad de proteger, consagrada por Naciones Unidas en 2005, recibe un duro revés después de aquel éxito inesperado en el caso de Libia. Regresan al galope los principios de no injerencia y de respeto a la soberanía nacional. Moscú y Pekín se sienten más que insatisfechos por la aplicación de las resoluciones contra el régimen de Gadafi. Sostienen que no se ha protegido a la población civil de los ataques del coronel sino que todo se ha hecho para cambiar el régimen. Por la cuenta que les trae como países violadores de los derechos humanos y sin escrúpulos a la hora de acudir a la fuerza, cortan por lo sano la posibilidad de una expansión del principio de la responsabilidad de proteger. Es también un recordatorio a Washington respecto a su reiterado uso del derecho de veto para defender al gobierno de un país como Israel, vecino y enemigo nada menos que de Siria, protegido y aliado histórico de Moscú desde los tiempos gélidos del mundo bipolar.
Rusia y China han utilizado el derecho de veto para frenar a los occidentales en Siria. Es un hito en la evolución de las revueltas árabes: las dos superpotencias han sacado el lápiz para marcar el mapa. Lo hizo ya anteriormente Arabia Saudí con su intervención armada en Bahrein. Europa y Estados Unidos, en un instante excepcional de acierto geopolítico, lo consiguieron también con los bombardeos de la OTAN en Libia.
No es frecuente el uso del derecho de veto conjuntamente por parte de dos países en el Consejo de Seguridad. Esta rara pareja lo ha utilizado en tres ocasiones nada gloriosas, que marcan una línea de conducta en defensa de las dictaduras y un inquietante sendero para el siglo XXI. En 2007, Rusia y China rechazaron una resolución que pedía el respeto de los derechos humanos y la liberación de los presos políticos, entre ellos de Aung San Suu Kyi, en Birmania; en 2008 evitaron un régimen de sanciones y el embargo de armas contra el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe; y ahora sortean cualquier apercibimiento a Siria por la represión desencadenada contra las protestas ciudadanas.
Brasil, Suráfrica e India no han querido dejar solos a chinos y rusos: situados junto a Estados Unidos y Europa, la votación hubiera arrojado doce votos a favor y dos en contra, con la abstención obligada de Líbano, suficiente para salvar a Assad pero con un alto precio simbólico para Rusia y China, que igual hubiera cambiado su voto. Los emergentes también esperan sacar su tajada geopolítica de los cambios y de la debilidad europea y estadounidense, y a la vez no enemistarse innecesariamente con los ganadores del envite. La infamia del veto doble ha llevado a Alemania, propensa a desmarcarse como si fuera un emergente más, a votar con Washington y los otros países europeos y dejar así un incongruente mensaje después de abstenerse en la resolución contra Gadafi. Europa es débil, pero al menos esta vez existe.

miércoles, 5 de octubre de 2011

EEUU Y LOS DRONES : "EL MITO DE LA GUERRA LIMPIA"



Los márgenes de error pueden disminuir, pero es muy difícil que desaparezcan. La guerra de los drones, ahora tan de moda, también mata a inocentes. Recibimos datos de su eficacia cuando los golpes teledirigidos se llevan por delante a algún enemigo destacado de Washington, pero nada se nos dice sobre la cantidad de víctimas inocentes que caen por su proximidad física con los presuntos culpables o sencillamente por errores en la información recogida sobre el objetivo. Algunos especialistas aseguran que el nivel de error es tan alto como para poner en cuestión el método, sin necesidad de entrar en otras consideraciones, por importantes que sean, de tipo jurídico y moral.
El principal problema que plantean los drones en el plano político es que pueden servir para liquidar a enemigos de Estados Unidos pero poco contribuyen a ganar partidarios entre la población civil. De ahí que puedan producir incluso efectos contraproducentes y conduzcan a perder políticamente las guerras que se vencen militarmente. Algo así es lo que está ocurriendo en Afganistán y Pakistán, donde muchos terroristas han sido eliminados pero no se ha avanzado mucho en ganarse la simpatía y las voluntades de unos civiles que se sienten atacados y perseguidos por la superpotencia. Algo similar puede estar ocurriendo en Yemen, donde la CIA ha efectuado su último y más espectacular golpe en mitad del caos de las protestas, la represión y combates entre grupos armados.
En el caso yemení, la guerra de los drones tiene este inconveniente suplementario. Se produce en un territorio donde ahora mismo hay numerosos enfrentamientos y guerras civiles cruzadas entre el gobierno del dictador Ali Abdulá Salé, disidentes de su ejército, guerrillas tribales y la población civil que quiere terminar con el régimen. De momento, el golpe teledirigido que terminó con Al Aulaki puede servirle al presidente Salé para reforzar su posición y evitar el cumplimiento del acuerdo, varias veces firmado y otras tantas incumplido, de abandonar el poder. Es probable, incluso, que este haya sido el objetivo diseñado desde la CIA, como una contribución a la tarea estabilizadora y contrarrevolucionaria de Arabia Saudí.


El mito de la guerra limpia está asociado a la tecnología. La primera guerra del Golfo ya nos transmitió la idea perversa de que se podía hacer la guerra con golpes de precisión desde el aire. Los vídeos verdes fosforescentes donde se podían ver supuestos objetivos militares alcanzados pretendían ilustrarla y demostrarla. Pero después las informaciones y las imágenes de la devastación entre la población civil fueron destruyendo con gran rapidez aquella candorosa mitología militar. Ahora, con el golpe de Yemen, esta guerra de los drones pinta como todo lo contrario de la guerra limpia. Puede que sea sucia incluso en su objetivo político.

martes, 4 de octubre de 2011

PANORAMA MUNDIAL : " ES PODER SOBERANO"

El poder soberano es el que tiene derecho a disponer de la vida de los súbditos. Es así en sus orígenes remotos y sigue siendo así en esencia en las formas más evolucionadas de la soberanía, que rige o venía rigiendo hasta ahora en los límites acotados de un territorio. Siempre se ha creído que la superación de las soberanías nacionales se produciría por su reabsorción desde nuevas instancias multilaterales. Este sería el caso si llegara a existir una jurisdicción penal internacional con capacidad y mandato para actuar en cualquier rincón del planeta. El derecho a disponer de la vida de los seres humanos quedaría confiado así a una suprema instancia del derecho.Algo se ha avanzado en esta dirección, como muestra la notable actividad de la Corte Penal Internacional en la persecución de los criminales de las guerras balcánicas. Pero en paralelo ha avanzado otra ámbito de acción soberana universal, ajena al derecho, y que por ello mismo no puede merecer el nombre de jurisdicción, como es la ejecución sumaria sin detención previa, sin investigación probatoria ni juicio público y contradictorio por parte de las autoridades estadounidenses de aquellas personas a las que consideran que ponen en peligro vidas e intereses de su país.Para que tenga lugar tal tipo de operación no basta con la voluntad de realizarlas. Muchos Estados de todos los tamaños y potencia han realizado anteriormente ‘asesinatos selectivos’, Estados Unidos entre otros, mediante la actuación de agentes de sus servicios especiales en el extranjero. Lo que caracteriza y define las actuales transformaciones en este tipo de acciones es el uso de una tecnología sofisticada, como son los aviones teledirigidos, que permiten eliminar a extraordinaria distancia a cualquier víctima previamente seleccionada, sin necesidad de contacto ni siquiera visual con el objetivo.La muerte en Yemen del dirigente de Al Qaeda Anuar el Aulaki es la acción más espectacular y publicitada de una actuación de amplio alcance en la que Estados Unidos está eliminando con gran paciencia y precisión a decenas si no centenares de militantes y dirigentes de grupos que tienen declarada la guerra a Washington en puntos muy distintos del planeta, Al Qaeda entre otros, y fundamentalmente en Afganistán, Pakistán, Yemen y Somalia.Uno de los más graves problemas de estos avances tecnológicos en las formas de librar esta especie de guerra es el efecto de la emulación. Algún día Rusia o China van a intentarlo, y también Corea del Norte, Irán o Arabia Saudí, países todos ellos que suscitan escasa confianza. Hay un país, como Israel, que ya está en la vanguardia y del que se puede decir que ha marcado el camino a Washington, pues ha sido pionera en asesinatos selectivos y probablemente también en el uso de los drones.No basta o es muy poco útil una visión meramente pragmática y utilitarista de estas acciones armadas. Quienes no quieran acogerse al garantismo judicial a la hora de criticar y emitir su valoración sobre estas ejecuciones extrajudiciales, y se sientan en cambio tentados a defender el uso legítimo por parte de Obama de unas armas con las que se desembaraza de enemigos evidentes de su país y de un peligro cierto para sus conciudadanos, deben pensar precisamente en la emulación que desencadenan estas actuaciones. Todos los países que se precien querrán tener acceso a esta tecnología, poseer su equipamiento en drones y luego ejecutar sumariamente a sus enemigos peligrosos en el extranjero, algo sumamente peligroso si además son países o poderes antidemocráticos e iliberales quienes pueden disponer de ellas.Los drones configuran la idea tenebrosa de un poder soberano planetario, cuyo control y escrutinio queda fuera del alcance de quienes están sometidos o protegidos por su acción letal. Como máximo, pueden controlarlo unas instituciones nacionales o locales que necesariamente no se preocuparán de los intereses y los derechos del conjunto de los afectados, todos los seres humanos. Basta con imaginar la construcción de un catálogo de enemigos de la paz y de la humanidad, ejecutables por una orden presidencial desde Washington, para que nos demos cuenta del laberinto legal y moral en el que nos están metiendo o nos estamos metiendo.

lunes, 3 de octubre de 2011

CHINA - LATINOAMERICA : "LA RELACIÓN QUE PREOCUPA AL BANCO MUNDIAL"




China es el incuestionable nuevo actor de la política internacional. No sólo es cortejado el país para que acuda en auxilio de la economía agonizante de los países europeos, sino que su política está siendo cada vez mejor acogida en un mundo que observa cómo se acelera el declive estadounidense y occidental. La política exterior china es la puesta en práctica de un modelo político y diplomático que prefiere desarrollar el “poder blando” –diplomacia, no injerencia y multipolaridad- en contraposición al modelo tradicional estadounidense y europeo de intervención militar, unipolaridad e interferencia política (1). Lo que viene ocurriendo en el Magreb y Oriente Próximo en los últimos tiempos, o lo sucedido con los procesos emancipatorios que se vienen desarrollando en América latina en los últimos años lo pone claramente de manifiesto.





Esta política, basada en lo que los académicos chinos denominan “el consenso de Beijing”, está siendo desarrollada a gran escala a partir del año 2007 aunque desde mucho antes China ya venía tejiendo una cautelosa red de influencia en todo el mundo –de forma especial en África, Asia y América Latina- que ya preocupa de forma oficial a instituciones como el Banco Mundial. Este organismo acaba de hacer público un informe tremendamente esclarecedor sobre cómo América Latina está soportando la crisis económica mucho mejor que EEUU y Europa (2) en el que se afirma “El fuerte crecimiento en la última década en América Latina y el Caribe ha tenido un nuevo impulsor clave, China, que ha demostrado ser una fuente importante de estabilidad, tanto durante la crisis económica mundial de hace dos años, la más grande desde la Gran Depresión, como durante la actual crisis del mercado que está ocurriendo en Europa y Estados Unidos”.

Sin embargo, junto a esta evidencia que parece a primera vista un elogio, de inmediato aparece la gran preocupación “el crecimiento en los países de América Latina y el Caribe parece estar cada vez más atado a los desarrollos en China y menos al de los países desarrollados”, un hecho que no gusta lo más mínimo al BM que insiste en ello una y otra vez. Tomemos otro ejemplo “a pesar de la desalentadora imagen de la actual conexión de América Latina y el Caribe con China, existen algunas señales esperanzadoras [para una política económica menos dependiente de las relaciones con China]. Las mejoras institucionales y en los marcos de políticas económicas de América Latina y el Caribe aumentan las oportunidades de evitar la maldición de los recursos naturales [en los que según el BM se asienta la presencia china en el continente americano] y aumenta las esperanzas de que se convierta en bendición. Además existe creciente evidencia de casos específicos en la producción de productos agrícolas de la región de amplia modernización tecnológica, efectos de agrupación y vínculos con otros sectores (por ejemplo, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay)” que alejarían a los países latinoamericanos de los chinos.


Como no se puede tapar el sol con el dedo, todo el informe del BM ofrece una palada de cal y otra de arena. Así, mientras que se certifica que “China es lo suficientemente grande y crece lo suficientemente rápido para ejercer una influencia importante sobre la región”, de inmediato se afirma que “todavía sigue siendo menos desarrollada que América Latina y el Caribe y por lo tanto no puede ser una fuente significativa de aprendizaje para la región”. ¿Dónde, entonces, tienen que aprender estos países Pues donde siempre “el aprendizaje (producir más y mejor de lo mismo, y producir cosas nuevas) en una economía globalizada puede provenir de cualquier lado, no sólo del país al cual se exporta, siempre y cuando se tengan las instituciones y políticas adecuadas. La ausencia de estas últimas explica en parte porque América Latina y el Caribe no pudo capitalizar la estrecha relación que mantenía con los EE.UU. (una economía rica e innovadora operando en la frontera tecnología) durante la mayor parte del período posterior a la Segunda Guerra Mundial”. El que fuese precisamente EEUU quien impidiese el desarrollo de esas instituciones apoyando y fomentando los golpes de estado y las dictaduras militares no está dentro de los parámetros del BM. No hay ni una sola referencia a ello en las 67 páginas del informe.

Se dirá que no es el cometido del BM. Pero da la casualidad que es justo con la desaparición de las dictaduras militares y la restauración de las incipientes democracias –que no se atrevieron a romper del todo con el legado de los golpistas- cuando se inició el crecimiento económico de América Latina, ahora tan alabado. Traducido en datos del BM, el continente ha aumentado un 25% su Producto Interior Bruto desde entonces, con un “brillo especial en los últimos 10 años” (sic). Es decir, con la llegada de los chinos al continente.


21 de 33


En apenas diez años China ha establecido relaciones diplomáticas y económicas con 21 de los 33 países latinoamericanos y caribeños y la inversión china en ellos es ya de 50.000 millones de dólares (unos 35.000 millones de euros). Pero China ha hecho algo especial con América Latina ha comenzado a otorgar créditos al desarrollo. Eso implica un compromiso profundo y a largo plazo con el continente latinoamericano que no aparece en el informe del BM.


En una época de débil crecimiento económico, de caída de los precios de los productos básicos y con restricciones en el acceso a créditos la presencia china ha sido recibida con alborozo en países como Venezuela, Brasil, Bolivia, Paraguay, Colombia, Ecuador y Argentina. Los casos de Venezuela, Brasil y Argentina son especialmente significativos. En estos países, China está invirtiendo en el área de exploración de recursos naturales y de explotación de los mismos. China se ha convertido, además, en el mayor socio comercial de Brasil, superando a los EEUU. Más del 60% de las importaciones chinas de soja provienen de Brasil y Argentina, principalmente; la harina de pescado llega en un 80% de Perú y Chile (en este último país la industria del salmón es de matriz china) y los vinos y las uvas también llegan desde Chile en un 45%.


La magnitud de las inversiones chinas en América Latina es asombrosa. Principal socio comercial de Brasil y Chile, segundo socio comercial de Perú y Argentina según el Banco Interamericano de Desarrollo. Las importaciones chinas de América Latina aumentaron el 1.153% en la década de 2000-2010, mientras que las exportaciones lo hicieron en un 1.800%. Sólo en los diez primeros meses de 2010 el volumen de operaciones chinas en América Latina y el Caribe alcanzó la cifra de 22.740 millones de dólares (16.844 millones de euros), también según el BID. Entre esas exportaciones hay electrodomésticos, teléfonos y aparatos de aire acondicionado que muy pronto tendrán fábricas de ensamblaje en Cuba y Venezuela.


Este último país ha abierto una línea de crédito de 20.000 millones de dólares (14.890 millones de euros) a cambio de petróleo 200.000 barriles diarios en 2010, 250.000 barriles en 2011 y 300.000 en 2012. Esto significa que en una década Venezuela estará en condiciones de exportar a China un millón de barriles diarios, más o menos la cantidad que exporta a EEUU (el total de la producción de petróleo de Venezuela es de 3 millones de barriles diarios). De ahí la importancia de las elecciones presidenciales recientemente adelantadas por Chávez a ese año. Su triunfo garantizará una aceleración de todo este proceso y un significativo avance de la independencia económica de Venezuela respecto a EEUU.


Otro tanto ocurre con Bolivia, país con el que China ha llegado a un acuerdo para construir un satélite de comunicaciones que va a proporcionar cobertura en todo el país y que tiene de los nervios a las hasta ahora grandes corporaciones como Intelsat o Hispasat, por mencionar sólo algunas. El no depender de las estaciones occidentales es vital para la supervivencia del gobierno de Evo Morales, que evita así injerencias descaradas en su política interna.


Como es lógico, no todo es un camino de rosas. En países como Argentina las críticas a los acuerdos con China se han producido, en especial en la provincia de Río Negro, al firmar un acuerdo para la compra de unas 320.000 hectáreas de la mejor tierra de cultivo para producir maíz, trigo, cebada, soja, cebolla, patata, frutos secos y vides para la exportación a China. En otros países (Ecuador, Perú en menor medida) también hay críticas similares que no son objeto de este artículo. Sin entrar en tantas cifras concretas el BM recoge esta realidad, a su manera, al afirmar que el aumento del PIB fue “considerable” en países como Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay añadiendo en el mismo grupo a Panamá, República Dominicana, Guyana y Surinam, aunque matizando que en el caso de estos últimos países haya habido otro factor, además del chino “tal vez aprovechando su proximidad con Brasil”. Estos países suponen el 71% del PIB de América Latina y el Caribe y serían el motor del crecimiento económico del continente. El BM establece con el resto dos grupos, uno digamos intermedio, en el que estarían El Salvador, México, Venezuela y los países del Caribe y en la parte más baja se situarían la mayoría de los centroamericanos que tenderían un crecimiento más moderado, de un 7% inferior al que tenían antes de lo que el BM denomina pre-crisis (años 2003-2007).


No obstante, para el BM “los países de crecimiento alto, que están cada vez más conectados con China, se encuentran actualmente chocando contra las restricciones de capacidad para un crecimiento no inflacionario” y, en consecuencia, alerta sobre las consecuencias de la inflación de cara al sobrecalentamiento económico y al aumento en los precios de los alimentos y combustibles en un futuro no lejano si, a su juicio, no se corrige la política macroeconómica actual y se evita una “excesiva apreciación” de las monedas locales de cara al aumento y alta volatilidad en los precios de las materias primas e ingresos de capital. Es decir, un argumento muy similar al que se difunde desde EEUU sobre el “redimensionamiento” de la moneda china, a quien se presiona para que baje su valor y de esta manera facilite la exportación y así se recupere la economía estadounidense. Al mismo tiempo, el tener un dólar fuerte –fortaleza que pierde cuando otras monedas se revalorizan- otorga a EEUU una ventaja considerable para lidiar con los problemas actuales y le permite endeudarse a un bajo costo incluso en circunstancias de alta incertidumbre para el sistema capitalista como las actuales.


La relación China –América Latina y Caribe es cada vez más estrecha y de difícil vuelta atrás. Los gobiernos más conservadores y proclives a los intereses imperialistas (con el caso más paradigmático de Colombia) están buscando reforzar sus vínculos económicos con China. De ahí que el rol chino como una fuente independiente de influencia sobre las economías latinoamericanas se refuerce día a día, a medida que se acentúa el declive de EEUU y sus aliados europeos. La realidad es que América Latina crece y Europa decrece, razón por la cual el BM establece que hay un “desacoplamiento” de la economía del sur del continente americano respecto de las “economías avanzadas” y, por el contrario, unos lazos cada vez más fuertes con las “economías emergentes”.


A pesar de las evidencias, el BM discute la relación “no muy alentadora” entre China y América Latina para la promoción del crecimiento a largo plazo de la región y establece una comparación entre Japón y la parte este de Asia, donde el país nipón fue el motor del desarrollo de los denominados “tigres asiáticos”. El BM juzga como un factor negativo para la continuidad del crecimiento latinoamericano el alejamiento geográfico de China. Por eso contrapone el caso chino al japonés y hace constantes referencias a que los latinoamericanos tendrían que tener más presente a EEUU, aunque la situación económica que atraviesa este país no ayuda y eso lo reconoce el BM. Esta es la razón por la que, una y otra vez, a lo largo del informe se vierten las críticas junto con los elogios. Si bien se concluye afirmando que China se ha convertido en la última década en un importante polo de crecimiento para América Latina y el Caribe y que no se han cumplido las preocupaciones iniciales –se supone que del propio BM- sobre que la producción China desplazaría la producción de América Latina y el Caribe a mercados terciarios (reconociendo que la relación con China se ha caracterizado por la gran complementariedad entre la abundancia de recursos naturales de América Latina y el Caribe y el modelo de desarrollo chino, altamente dependiente de los recursos naturales), se afirma que “la conexión con China no debe tomarse con complacencia” porque al estar basada “en gran medida” en la exportación de recursos naturales y productos agrícolas, “plantea la incertidumbre de si esta conexión puede convertirse en una maldición para el crecimiento de largo plazo en lugar de la bendición que representa en el corto plazo”.


El BM acusa a China de beneficiarse de los recursos naturales en América Latina, pero no invertir lo suficiente en la región, que sería de unos 4.000 millones de dólares anuales (2.900 millones de euros). Una “cuantía modesta”, para el BM comparada con la que realizan EEUU y la UE a pesar de la crisis que sufren. Pero China refuta dichos datos afirmando que la inversión directa no financiera es el triple de la que dice el BM, 11.000 millones de dólares (8.100 millones de euros), el 3’5% de lo que destina en Inversión Directa Exterior en todo el mundo (3). La cifra total de la inversión china en el exterior es de 317.200 millones de dólares (235.000 millones de euros), muy por encima de países como Japón y Gran Bretaña.


Notas


(1) Alberto Cruz, “China inicia el cambio en la geopolítica internacional”, httpwww.nodo50.orgcepridspip.phparticle793(2) Banco Mundial,


(2) “Crecimiento a largo plazo de América Latina y el Caribe. ¿Hecho en China”, septiembre de 2011. httpsiteresources.worldbank.orgLACINSPANISHEXTResourcesAnnual_Meetings_Report_LCRCE_Spanish_Sep17F.pdf




(3) Hong Lei, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, 22 de septiembre de 2011. Agencia Xinhua.




Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su último libro, actualmente en imprenta, es “La violencia política en la India. Más allá del mito de Gandhi””, editado por La Caída con la colaboración del CEPRID.

domingo, 2 de octubre de 2011

ELECCIONES EN RUSIA : "UNA INCERTIDUMBRE MENOS"


De todas las sorpresas que nos puede deparar 2012, una ha quedado ya descartada. No sabemos si Obama alcanzará su segundo mandato presidencial o si un republicano lunático y extremista será el próximo inquilino de la Casa Blanca. Tampoco si un socialista conseguirá desbancar a Nicolas Sarkozy como presidente de la República. Tenemos la quiniela bastante segura respecto a la futura cúpula del comunismo y del Estado chino, la quinta generación después de Mao Zedong, aunque habrá que esperar al congreso del omnipotente Partido único para conocer la correlación de fuerzas interna entre los mandarines que rigen la nueva superpotencia emergente. Donde no queda margen para el error es en Moscú: ya sabemos los resultados de las elecciones presidenciales de marzo.

Quienes siempre hacen la apología de lo previsible en política pueden estar satisfechos. La democracia soberana rusa ha proporcionado toda una lección de cómo evitar los cabos sueltos, fuente siempre de conflictos, respetando las sagradas apariencias de los procedimientos electorales. Habrá elecciones. Con distintas opciones. La Constitución, que prohíbe al presidente presentarse a un tercer mandato, será respetada, sin necesidad de cambiar las reglas de juego a mitad del partido. Y, sin embargo, todo saldrá según lo previsto. Por si no estaba claro.
Las democracias soberanas solo son democracias en el nombre, es decir, en la apariencia de una farsa electoral con urnas y papeletas. No hay división de poderes. No hay control parlamentario del ejecutivo. Menos todavía lo hay del judicial. Los medios de comunicación se hallan encadenados, los periodistas independientes son acosados y a veces asesinados. La libre empresa funciona si se somete al poder; en caso contrario, se convierte en actividad delictiva, que comporta la desposesión y la cárcel. Y eso sí, quien se somete a las tácitas reglas de la autocracia puede llegar lejos, en poder y en riqueza. A esto se dedica la nueva burguesía de los 'siloviki', los exmiembros de los servicios secretos que tienen en Putin a su máximo representante.
Presidente y primer ministro los últimos doce años, ocho y cuatro respectivamente, el jefe de los 'siloviki' será presidente como mínimo los próximos seis. Llegó al poder como primer ministro de un Borís Yeltsin convertido en una ruina, en agosto de 1999; el último día de aquel año se convirtió en presidente interino; y ya no se ha ido. Presidente en 2000 y de nuevo en 2004, ante la imposibilidad de una inelegante reforma constitucional que le diera un tercer mandato --aunque sí la hizo para alargar cada período de cuatro a seis años—, dejó a Dmitri Medvédev que le calentara la silla y ahora va a enfilar doce años más, seis y seis, que le colocarán en el olimpo ruso de los autócratas, junto a Stalin (31 años), Bréznev (18) y los zares más longevos.