miércoles, 5 de octubre de 2011

EEUU Y LOS DRONES : "EL MITO DE LA GUERRA LIMPIA"



Los márgenes de error pueden disminuir, pero es muy difícil que desaparezcan. La guerra de los drones, ahora tan de moda, también mata a inocentes. Recibimos datos de su eficacia cuando los golpes teledirigidos se llevan por delante a algún enemigo destacado de Washington, pero nada se nos dice sobre la cantidad de víctimas inocentes que caen por su proximidad física con los presuntos culpables o sencillamente por errores en la información recogida sobre el objetivo. Algunos especialistas aseguran que el nivel de error es tan alto como para poner en cuestión el método, sin necesidad de entrar en otras consideraciones, por importantes que sean, de tipo jurídico y moral.
El principal problema que plantean los drones en el plano político es que pueden servir para liquidar a enemigos de Estados Unidos pero poco contribuyen a ganar partidarios entre la población civil. De ahí que puedan producir incluso efectos contraproducentes y conduzcan a perder políticamente las guerras que se vencen militarmente. Algo así es lo que está ocurriendo en Afganistán y Pakistán, donde muchos terroristas han sido eliminados pero no se ha avanzado mucho en ganarse la simpatía y las voluntades de unos civiles que se sienten atacados y perseguidos por la superpotencia. Algo similar puede estar ocurriendo en Yemen, donde la CIA ha efectuado su último y más espectacular golpe en mitad del caos de las protestas, la represión y combates entre grupos armados.
En el caso yemení, la guerra de los drones tiene este inconveniente suplementario. Se produce en un territorio donde ahora mismo hay numerosos enfrentamientos y guerras civiles cruzadas entre el gobierno del dictador Ali Abdulá Salé, disidentes de su ejército, guerrillas tribales y la población civil que quiere terminar con el régimen. De momento, el golpe teledirigido que terminó con Al Aulaki puede servirle al presidente Salé para reforzar su posición y evitar el cumplimiento del acuerdo, varias veces firmado y otras tantas incumplido, de abandonar el poder. Es probable, incluso, que este haya sido el objetivo diseñado desde la CIA, como una contribución a la tarea estabilizadora y contrarrevolucionaria de Arabia Saudí.


El mito de la guerra limpia está asociado a la tecnología. La primera guerra del Golfo ya nos transmitió la idea perversa de que se podía hacer la guerra con golpes de precisión desde el aire. Los vídeos verdes fosforescentes donde se podían ver supuestos objetivos militares alcanzados pretendían ilustrarla y demostrarla. Pero después las informaciones y las imágenes de la devastación entre la población civil fueron destruyendo con gran rapidez aquella candorosa mitología militar. Ahora, con el golpe de Yemen, esta guerra de los drones pinta como todo lo contrario de la guerra limpia. Puede que sea sucia incluso en su objetivo político.

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